ALIPIO GARCÍA DE CELIS
Profesor titular de la Universidad de Valladolid.
Departamento de Geografía.
Comentaré los primeros resultados de un trabajo de investigación encargado a finales de 2003 por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla León en lo que la Junta ha llamado el Plan 42, un plan de medidas y actuaciones preventivas sobre los incendios forestales. Una de las actuaciones que la Junta consideró oportunas fue encargar un estudio de investigación a la Universidad de Valladolid. Abordaré varias cuestiones:
– Dinámica y evolución de los incendios de 1983 a 2005. Desde 1983, porque desde ese momento los partes de incendios que redactan los guardias forestales están homogeneizados, antes tenían formatos distintos. Hablaré de las dinámicas que se observan en los últimos 25 años y de las tendencias en función de esos datos.
– La percepción del problema y sus causas, apuntando posibles propuestas de solución a esos problemas.
El estudio tiene dos fuentes fundamentales:
1. Los partes de incendios que rellenan los guardas ha sido la base fundamental. Se ha estudiado incendio por incendio desde 1983 hasta la actualidad con un tratamiento estadístico.
2. Trabajo de campo en forma de entrevistas con los guardas y con los afectados, mesas redondas… para tratar de captar la percepción y las causas del problema según la gente que vive en la zona afectada.
El Plan 42 está orientado al tratamiento preventivo de los incendios forestales y se centra básicamente en un conjunto de comarcas del noroeste de Castilla y León, de las montañas galaico leonesas, desde el norte de El Bierzo y la cabecera del Sil, hasta las comarcas de Aliste en el sur. Aparte hay algunos municipios del norte de Burgos y el sur de Ávila, pero básicamente se centra en el noreste de Castilla y León.
Se denomina Plan 42 porque inicialmente eran 42 los municipios que se integraron en el plan, aunque luego se amplió y en total son 104 para dar una continuidad territorial a esas áreas de actuación. Esos 104 municipios representan menos del 10% de la extensión territorial y mucho menos en población, pero en ellos se producen más del 50% de los incendios de Castilla y León.
Según un mapa del Ministerio de Medio Ambiente, el mayor problema de incendios se localiza en Asturias, Galicia y noroeste de Castilla y León. Según este mapa, en el trienio 2003-2005 el mayor problema en Castilla y León está en el noroeste, en el sur de El Bierzo, y básicamente no es superficie arbolada lo que se quema, sino matorral y pastizales. El trienio 1983-85, que corresponde con los primeros datos, refleja prácticamente el mismo panorama.
Es un mapa con más dispersión en el número de incendios, pero básicamente es el mismo que el anterior.
A partir de estos datos, que proceden de los partes de incendios redactados por los guardas desde 1983 al momento actual, pueden sacarse estas conclusiones:
– A lo largo de estos 25 años la dinámica ha sido y es cíclica, es decir, a series de años con muchos incendios les suceden series con pocos. Esto no tiene que ver ni con variables climáticas ni con variables de otro tipo, sino simplemente con que, cuando se quema mucho el monte, ya no se puede quemar más, tienen que pasar unos años para que se regenere la vegetación de matorral, que es básicamente lo que se quema, entonces vuelve a iniciarse un ciclo incendiario de tres, cuatro o cinco años. Es una dinámica cíclica. A partir del 2000 hay una caída brusca en el número de incendios muy significativa, hasta 2003; en 2000 es cuando se empiezan a aplicar los primeros desbroces y nos parecía que se estaba marcando un cambio de tendencia. Pero, como el estudio se ha ido alargando, hemos pedido a la Junta los datos de 2004 y 2005; en 2004 vuelve a aumentar significativamente y en 2005 también, de tal forma que la tendencia en el número de incendios sigue siendo un problema importante que en absoluto tiende a disminuir, al contrario.
– La tendencia es a mantenerse (superficie quemada) o incluso a aumentar (número de incendios).
– En superficie quemada es preciso distinguir entre superficie arbolada, que tiende a disminuir, y superficie no arbolada, que tiende a mantenerse o aumentar. En cuanto a la superficie quemada de 1983 a 2005, diferenciando el terreno arbolado del resto -área de matorral y pastizales-, el año 2000 fue el segundo más incendiario de los últimos 23 años; se produce descenso en incendios en 2001, 2002 y 2003, pero en 2004 y 2005 vuelve a aumentar de nuevo la superficie quemada. Si diferenciamos entre superficie arbolada y no arbolada, en la arbolada quemada parece que la tendencia es a la disminución y podríamos hablar más bien de un mantenimiento en los últimos 23 años, pero la superficie no arbolada quemada, se mantiene e incluso tiende a aumentar. Por tanto hay una distinción
muy clara entre el incendio forestal propiamente dicho -superficie arbolada-, que son muy pocos, e incendio forestal en el sentido más amplio, de superficies de monte quemadas, que tiene una dimensión y tendencia bastante diferente.Otro pilar del estudio era hablar con la gente, hacer mesas de discusión a las que se llevó a gente de diferentes perfiles: ganaderos, amas de casa, agricultores, jubilados, empresarios… que recogieran la diversidad de las zonas. Se intentó palpar cuál era su visión del problema. Es una cuestión que puede parecer una tontería, pero no lo es.
Los incendios aquí no son fortuitos y los provocados por causas naturales representan menos de un 5% – n la mayor parte de los casos menos de un 2% de los incendios que se producen en estas zonas son provocados por causas naturales como puede ser un rayo-. No hay apenas incendios por causas naturales, más del 90% de los incendios son provocados por la gente que vive en estos núcleos rurales. Por lo tanto, para la gente de los pueblos decir que los incendios son un problema hay que entrecomillarlo, depende de qué se queme. Si lo que se quema es bosque o superficie arbolada sí puede verse como un problema, pero si lo que se quema es matorral o áreas de pasto esto realmente no es un problema; es un problema para los de la ciudad, que venimos al campo para pasear y disfrutar de la naturaleza, pero para la gente de los pueblos esto no es un problema porque son ellos los que queman. Entonces es un problema entre comillas.
¿Dónde están las causas de está dinámica de incendios? No hay una causa unívoca, ni única, son varias y múltiples. Hay causas asociadas a la base ecológica y a la base física que tiene que ver con el carácter de transición y de contacto que tienen estas montañas. De transición entre elAtlántico y el Mediterráneo; unasmontañas con gran abundancia de precipitación otoñal, invernal y primaveral, sobre todo de otoño a invierno, pero esto se combina con un rasgo del mundo mediterráneo que aquí se mezcla al mundo atlántico: la aridez de la estación estival, los veranos son secos. Hacia el Mediterráneo hay más aridez pero también menos precipitaciones.Aquí tenemos la combinación de las dos cosas, unos otoños, inviernos y primaveras muy lluviosas y unos veranos secos. Esto ¿a qué da lugar? A un fenómeno natural que aquí es absolutamente visible: la extraordinaria capacidad de regeneración que tiene la vegetación natural. Una capacidad protagonizada por los robles, por un lado, pero sobre todo, por una trilogía de especies que son las escobas, los piornos y las brezas, las plantas protagonistas de esa regeneración de la vegetación natural ¿Con qué tiene que ver esto? Con las condiciones socio-económicas, con la desestructuración del medio social ocurrida en estas zonas de montaña desde los años 50-60: el éxodo rural y las consecuencias que ha tenido en forma de abandono de aprovechamientos, de envejecimiento y ruptura de la población y de la estructura de esta sociedad. La combinación de ambas cosas da lugar a una serie de conflictos que son los que están en la raíz del problema. Hay una causa fundamental que es la regeneración del monte, el hecho de que el monte se nos mete en las casas y eso es patente en estas montañas.
¿Qué ocurre? Que hasta los años 60 en los pueblos había gente joven, mucho ganado en elmonte y esa vegetación natural semantenía a raya, estaba limitada. El fuego era una herramienta de uso ancestral para las bouzas, para los cultivos temporales, para regenerar el pasto; había gente joven en los pueblos implicada en ese sistema de gestión por el que se quemaba en invierno y en otras épocas y no había problema porque el monte estaba compartimentado, quedaba limitado por el ganado y la gente hacía esas quemas controladas de forma comunal en muchos casos.
El perfil del incendiario tipo es múltiple, hay pueblos donde existe un pirómano, una persona con un trastorno mental que le lleva a quemar; hay otros pueblos en los que queman los ganaderos de edad mediana o mediana alta, que siguen utilizando el fuego como una herramienta tradicional… Hay una amplia variedad de tipos que protagonizan el problema de los incendios. También hay una serie de conflictos asociados al problema.El mapa de incendios que se producen en el noroeste de Castilla y León no coincide con el mapa de bosques. Los bosques con más riesgo de incendios de Castilla y León son los bosques de pino -sobre todo en Valladolid y Segovia y en la sierra pinariega de Soria y Burgosy allí no hay incendios forestales ¿Por qué? porque el monte sigue siendo una fuente económica, una fuente de dinero, la gente de los pueblos sigue obteniendo un beneficio de la madera, del monte, un beneficio múltiple, y no hay incendios. A pesar de que las tormenta estivales y la generación de rayos es mucho más frecuente en las montañas de Burgos y Soria allí no hay incendios forestales, hay muchas más hectáreas de bosque y el verano es mucho más seco que aquí; los incendios se producen aquí que no hay bosques sino que hay matorrales, pastizales y cultivos asociados a árboles que es lo que abunda en las montañas del
noroeste de Castilla y León.
Hemos hecho un trabajo para ilustrar estos procesos utilizando fotografías antiguas. En una foto de los años 40 en una zona del norte de la montaña de León, en Villablino, concretamente, abundan las tierras de centeno que estaban en cultivo; el monte estaba muy controlado, los caminos se observan perfectamente. En esta misma foto hoy el contraste es realmente significativo, las áreas de cultivo prácticamente han desaparecido y están invadidas por el matorral y el bosque es más extenso y los caminos se han perdido. En otra zona de la montaña de León, en Montrondo, en 1957 se ven las tierras de cultivo y se reconocen perfectamente, mientras que en 2001 se ve el abandono e incluso deslizamientos de bancales y tierras de cultivo que debido al abandono van perdiendo su estructura y se vienen abajo.Estamos ante la confrontación de dos visiones: la procedente del mundo urbano y la visión de las comunidades rurales, el problema es muy distinto visto desde un lado o desde otro.
Respecto a los valores del bosque en Castilla y León, hay una distancia enorme entre la Administración y los administrados. A la gente de los pueblos hay que hablarles como a cualquiera en términos monetarios, es decir, si queremos conservar el monte tiene que dar unos beneficios, igual que antiguamente, en forma de leña, de pastos… si hoy día queremos que el monte se conserve en buen estado tiene que dar unos beneficios. No podemos hablar hoy día en estos términos de valores ambientales y paisajísticos, tenemos que hablar de en qué se va a traducir esto en dinero.
Como conclusiones preventivas de este trabajo podríamos destacar:
0) Los desbroces, como una solución parcial. Mantener el monte a raya de forma artificial para que no haya necesidad de quemarlo, es la medida principal. El mayor problema es el coste, hemos hecho un cálculo haciendo desbroces de seis años -cada seis años se desbrozaría la totalidad de la superficie de matorrales y pastizales de Castilla y León- y el coste sería de 100 millones de euros anuales, más del 11% del presupuesto de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta.
1) La prevención basada en trabajos silvícolas: entresacas, podas, limpiezas de sotobosque… como hemos visto, los incendios se acaban en el invierno.
2) La expansión del número de cuadrillas de trabajos silvícolas preventivos.
3) Las quemas controladas. Es una demanda que surge por parte de muchos ganaderos.4) Ampliar las intervenciones planificadas de ordenación rural: concentración parcelaria.
5) Casi la mitad de los incendios que se producen en Castilla y León aparece como causa desconocida y eso no es de recibo. Habría que mejorar el conocimiento de las causas y motivaciones, dotarse de medios y personal a la guardería forestal para que se supiera mejor no quién ha sido, sino por qué se ha producido un incendio.
6) Potenciar la presencia de los equipos, brigadas y cuadrillas de extinción e investigación de causas.
7) Acciones educativas-divulgativas para la población local.
8) Aproximación de la Administración al ciudadano: potenciando la labor de los ayuntamientos, por ejemplo, que no haya que desplazarse a Zamora o Valladolid para solicitar la corta de una rama de un árbol.
9) Actuaciones personalizadas: el perfil del incendiario-tipo. Son pocas las personas que queman, realmente se podría hacer una campaña de atención personalizada.
10) Resolución de los conflictos cinegéticos.
11) Apoyo a empresas envasadoras de setas y renovar el valor de los montes repoblados.
12) Mejora de infraestructuras contra incendios.
13) Los medios de control y extinción de los incendios de todo tipo tienen interés secundario.
La clave está en la prevención y en actuar sobre las causas del problema.
14) La legislación endurecida y las acciones muy punitivas pueden ser contraproducentes.