CELSO FERNÁNDEZ
Delegado de la Consellería de Medio Ambiente e
Desenvolvemento Sostenible de Galicia en la provincia de Orense.
La Consellería a la que represento ha dejado de tener en su organigrama la Dirección General de Montes, que pasó a integrarse en una nueva Consellería que se llama de Medio Rural, y que venía a ser el equivalente de la anterior de Agricultura y Ganadería. Expondré aquí lo relativo a nuestra Consellería sobre conservación de la naturaleza. En las últimas décadas se han experimentado grandes transformaciones, tanto en el ámbito de las actividades agrarias como en el mundo urbano, que nos obligan a reconsiderar las relaciones entre estos dos espacios: el urbano y el rural. Por poner un ejemplo, yo vivo en un ayuntamiento del ámbito rural que hace 20 años tenía más de 5.000 habitantes y la Corporación municipal la representaban 13 concejales. Hoy somos 3.200 habitantes distribuidos en dos núcleos urbanos y con 72 núcleos de población, con lo que eso representa a la hora de llevar cualquier tipo de servicio a los ciudadanos. Alguna de las aldeas ya está ‘semidesaparecida’ y, como decimos últimamente los del Gobierno gallego a raíz de las inundaciones y riadas en la costa, «si en la costa las casas se meten en el monte, en el rural el monte se está metiendo en las casas».
Partiendo de esta visión y de lo que se nos ofrece últimamente: ciudades congestionadas y el ámbito rural prácticamente abandonado, con una desertización humana muy grande; observamos que la actividad rural en la zona de más montaña y de tierras menos fértiles está abandonada.
Mientras que en las zonas más aptas para el cultivo hay una intensificación.
Hoy, en el mundo en el que nos encontramos, con unos mercados cada vez más abiertos y más competitivos, es necesario consolidar un modelo de agricultura multifucional, eficiente y sostenible, que refuerce las funciones ambientales y territoriales y que todo eso contribuya a revitalizar el mundo rural.
Últimamente va en aumento el interés que se presta a la valoración económica de los recursos naturales, ya que en estos espacios rurales se van configurando también como valores los ambientales -hablamos de biodiversidad, de sumideros del carbono- y también de valores culturales, como la cultura del ocio, del tiempo libre, del turismo. Hasta los años 90 las ciencias económicas que se ocupaban de los problemas de rentabilidad del suelo eran ajenas a cualquier tipo de planteamiento distinto que no estuviera centrado en instrumentos de productividad a los menores costes posibles. Sin embargo, a partir de ese momento, esa valoración económica se amplía a nuevos ámbitos, a otras dimensiones fundamentales del ser humano como el descanso e incluso la propia sensibilidad de las personas. Debido a las importantes funciones que se desempeñan en el territorio rural -regulación del clima, servicios de recreo…- el mundo rural debe ser considerado como una parte sustantiva del capital de un país. El mantenimiento de esta parte rural genera, desde nuestro punto de vista, unos beneficios ambientales que van asociados a recursos naturales y que poseen, sin duda, un alto e importante valor comercial o de mercado. Estamos hablando de una economía ambiental.
Llegados a este punto, el quid de la cuestión es cuantificar los beneficios de la conservación del paisaje rural porque, sin duda, en estas áreas los servicios ambientales, sin mercado habitualmente, superan ya la valoración de los productos agroalimentarios y de los productos maderables y debieran tener un peso específico en su gestión. Beneficios de la conservación que demandan los ciudadanos en general formando parte de nuestro papel la transformación de esta demanda en ingresos para los habitantes de dichas zonas rurales. Los habitantes de esas zonas son los auténticos protagonistas y sin ellos cualquier cambio que se pretenda sobre los usos y valoraciones del mundo rural va a ser prácticamente imposible.
En el territorio orensano y, en general en el territorio gallego, por las peculiares que antes mencionaba de la población, cuando formulamos un planteamiento conservacionista a las poblaciones de espacios naturales protegidos ocurre algo muy curioso. Ellos hasta ahora venían considerándose como los afectados y nosotros entendemos que tienen que ser los grandes beneficiados. Lo primero que nos dicen cuando nos acercamos a ellos es que les parece muy bien la declaración de espacio protegido natural y la imposición de ciertos límites y preguntan ¿a cambio de qué? Nosotros estamos utilizando ciertas órdenes que publicamos en el diario oficial para que sirvan de incentivo a estas poblaciones y se animen a participar también; además se debe mantener un diálogo continuo con todos los sectores implicados: económico, social, la propia administración local, los ayuntamientos. Incluso, en un momento dado, como se está dando actualmente, pueden llegar a solicitar la ampliación de las zonas
declaradas de protección natural.
Estamos convencidos de que aquel viejo concepto de espacio natural protegido como una especie de isla ecológica o reserva está completamente superado. Esos espacios hoy están enmarcados dentro de las estrategias denominadas de desarrollo sostenible y en las que nosotros prestamos gran atención a la interrelación entre los espacios protegidos y su entorno y a los beneficios que cada espacio puede proporcionar. Estamos convencidos de que la conservación de los recursos naturales es, en sí mismo, un recurso.Pensaba hablar de ciertas medidas y actuaciones que realizamos en los espacios naturales protegidos de linde de la provincia de Orense con Castilla y León como el Parque Natural Serra da Enciña da Lastra, del IC Peña Trevinca o el IC Pena Maseira. Sin embargo, en la Administración Autonómica, el aspecto de conservación de la naturaleza, el aspecto más natural entre comillas de la Consellería estaba un tanto olvidado, y se fundamentaba básicamente en la lucha contra los incendios, que era el gran caballo de batalla de la Consellería de Medio Ambiente hasta el año pasado. Todo lo demás estaba un poco olvidado y nosotros hemos tenido que empezar de cero. Tanto es así, que hablando del IC Peña Trevinca, estamos elaborando el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales, que no lo había. En el Parque Natural de Enciña da Lastra, teníamos el Plan de Ordenación de Recursos Naturales, que se está modificando porque es mejorable, y tenemos también el Plan Rector de la gestión y el uso del parque. Lo que tenemos que hacer ahí es combinar lo que hay, la realidad y, al mismo tiempo, fomentar que los recursos naturales, vinculados al recreo, al turismo, a las actividades deportivas… generen riqueza, que sean un factor económico de desarrollo local y, al mismo tiempo, de fomento de empleo.
Quisiera presentar el caso, para que sirva como paradigma de actuación, de un parque por su mayor antigüedad en cuanto a su declaración, el Parque Natural de la Baixa Limia- Serra do Xurés, que además tiene unas características de población muy determinadas. De los tres parques naturales que hay en Orense los tres son muy distintos. Uno es territorio propiedad de la Administración y no tiene población en el interior, lo cual nos hace muy fácil la gestión, es un poco como gestión interna en cuanto al desarrollo de determinados programas y estudios; ahí acude mucha gente de las universidades para realizar sus estudios. Luego tenemos el parque de la Enciña da Lastra, que es un parque con población en su interior, no mucha, y todo su territorio pertenece a un único Ayuntamiento, el de Rubiana, y luego el del Xurés que incluye a varios ayuntamientos con bastante población en su interior ymuy vinculado al espacio protegido portugués con el que lindamos. Hay una frontera administrativa, pero la naturaleza no
entiende de fronteras.
Ahí sí estamos realizando acciones muy concretas para el desarrollo económico de la zona y para que, al mismo tiempo, preservando los recursos naturales que posee, sean una fuente de ingresos y no una fuente cualquiera, incluso la fuente más importante. Para esto, no sólo tenemos que dialogar con todos los sectores sino incluso con los diversos departamentos de la Administración autonómica en una colaboración muy estrecha y con otras administraciones: local, provincia y estatal. De hecho, por poner un ejemplo, en colaboración con el departamento de la Consellería de Trabajo se ha implantado este año por primera vez un convenio que nosotros hemos denominado ‘Empleo-naturaleza’ y que supone en la actualidad que 500 trabajadores en toda la Comunidad Autónoma y buena parte de ellos en la provincia de Orense estén realizando su trabajo en la preservación, conservación y potenciación de los recursos naturales de estos espacios protegidos.
En cuanto a las medidas para favorecer a la población, a la gente lo que le gusta es tener algo muy concreto en la mano. Nosotros sacamos anualmente una orden de ayudas a la gente que reside en los parques en el sentido de subvenciones, por un lado, a colectivos o comunidades demontes, y por otro lado, a particulares. Las acciones de los particulares tienen que tener un carácter vinculado al territorio y a los recursos que se quieren proteger: restauración de hórreos, de pallozas, de las eiras, de fachadas con la tipología del lugar; trabajos de tipo forestal o silvícola, cierres, caminos… etc. Esto a la gente le interesa y causa un efecto llamada. De hecho, poblaciones que en un primer momento se declararon reacias, como ocurrió con el parque del Xurés, en este momento, cuando ven que los habitantes del parque reciben contraprestaciones de la Administración a cambio, hablo de ayudas directas, están solicitando su propia inclusión en esa zona.
Se está realizando el Plan de Desarrollo Sostenible, que no lo había, dialogando con todos los grupos a los que antes me refería. Incluso se está trabajando en algo fundamental para el desarrollo económico de estas zonas, en la Carta Europea de Turismo Sostenible a efectos de introducirnos en la Red Ibérica. Eso, en las últimas reuniones con el sector empresarial y hostelero del parque, es fundamental a la hora de promocionar la zona.Por otro lado, como percibimos que hasta ahora las campañas de venta del producto más bien eran escasas, estamos impulsándolo a través de campañas, de foros de debate donde están presentes expertos de toda la Península, incluso con un plan de señalización que creo que si otras zonas naturales protegidas no lo tienen deberían considerarlo. No me refiero a la aspectos de la señalización interna -letreros que marcan rutas dentro de los espacios, elementos que están incluidos dentro de los propios espacios…- sino que tenemos que buscar un plan de señalización fuera de esos propios espacios, de tal manera que cuando alguien pasa o recorre el territorio pueda tener una información visual muy a mano de lo que puede visitar.
Por otro lado, siguiendo con esta idea, hemos distribuido los centros de interpretación de los distintos espacios naturales con un núcleo que sea referente o remisor a los demás. Cada espacio natural tiene su propio centro de interpretación y creo que es un error repetirse.
Pongamos por caso que si en los tres ayuntamientos sobre los que se asienta el Parque Natural del Xurés, en un ayuntamiento tenemos, por ejemplo, el centro de interpretación de la fauna y lo repetimos en los otros dos, eso no sería nada efectivo. Lomismo que si hacemos una acción determinada en un ayuntamiento repetirla en los demás, tampoco. Con lo cual, hemos buscado una característica de cada uno y luego, fuera de ahí, buscamos un centro de interpretación al que remitir a la gente que llega. Si nosotros en el parque natural del Invernadeiro colocamos un centro de interpretación o lo ubicamos en el primer pueblo que está al lado, allí no nos llegan más visitantes que los que lo conocen y van con un fin determinado, gente de la Universidad o gente con conocimiento de causa. Nosotros en aquel lugar, en la capital, hemos creado un centro de interpretación de los espacios naturales protegidos, que es donde llega la gente, y desde ahí remitimos a la gente a esos espacios naturales.
Lo que pretendo decir es que la conservación de los espacios naturales es hay, tal y como están las características en nuestra provincia, el recurso más fuerte para mejorar la vida de sus ya escasos habitantes. Ellos tienen que ser los mayores beneficiarios de estos recursos. Les pongo un ejemplo de lo que no debe pasar. Uno de los recursos que más dinero aportan en esas zonas del macizo central o de Peñatrevinca es la caza; sin embargo, los beneficios que genera no repercuten en los propietarios de los terrenos, repercuten en los gestores o en esas operadoras que manejan el recurso. Pretendemos que esos beneficios repercutan directamente en los propietarios de los terrenos y ese ejemplo podría ser trasladable a otros más. Con lo cual nuestros mayores aliados y cómplices en un desarrollo sostenible de los parques y a la hora de convertirlos en el recurso más importante, son los habitantes de esas áreas. Sin su complicidad será muy difícil conseguirlo. Si ellos ven que los beneficios les repercuten en su bolsillo, van a ser los mayores defensores, los mayores cuidadores y los mayores conservacionistas de estos recursos.